La generación Z, con edades comprendidas entre 13 a 19 años representan aproximadamente el 11 % de la población.
La mitad de ellos cree que todas las religiones enseñan verdades igual- mente válidas, pero lo más sorprendente es que 4 de cada 5 de los que no van a la iglesia estarían dispuestos a asistir si fuesen invitados.
Los adolescentes de hoy ya no quieren grandes o elocuentes prédicas, no buscan alguien que les enseñe o imponga lo que tienen que hacer, vivir o elegir. Ellos quieren ser protagonistas de sus vidas, poder cuestionar las cosas que se les enseñan y muy difícilmente acepten algo sin antes plantear sus dudas o interrogantes al respecto. Son una generación que prefiere ser mas escuchada sin ser juzgada, que enseñada sin lugar a dar su opinión.
Si queremos enseñarle a las nuevas generaciones que en verdad los amamos, escuchar- los es la clave. Pero no solo escucharlos, sino hacerlo sin juzgarlos.
Te traemos 3 claves para hacerlo como Jesus
Él inició la conversación. Jesús la invitó; no tenía que hablar con ella y, según su cultura, Él no debía hablar con ella, pero eligió hacerlo. Eligió invitarla y eso es amor. Somos quienes iniciamos la conversación, quienes invitamos a todos... y todos es todos: los aceptados, los rechazados, los señalados y hasta quienes seña- lan. Les invitamos a un espacio de diálogo y conversación. Como Iglesia, ¿estamos haciendo eso? ¿O simplemente nos estamos enfocando en un grupo exclusivo que se ajusta a nuestro target?
Jesús era innovador. En ese tiempo los fariseos predicaban con lenguaje religioso; solo quienes cono- cían de la fe podrían entenderlo. Pero Jesús adaptaba su mensaje, o lo que quería decir, a la situación en la cual se encontraba. Por ejemplo, estaba junto a un pozo de agua y se autodescribió como el agua de vida. Capítulos más adelante vemos cómo se describe como el pan de vida. Él usaba un lenguaje que los demás podían entender, utilizaba parábolas para que quien estuviera del otro lado, fácilmente pudiera captar el centro del mensaje y lo que Dios estaba queriendo decir.
Jesús era inspirado por el Espíritu Santo. Vemos en este ejemplo con la samaritana que, en primer lugar, Él inicia la conversación. En segundo lugar, es innovador en su forma de comunicarse. Cuando avanzamos en el relato vemos que el Espíritu Santo le dio entendimiento y discernimiento al mencionar cuántas veces ella había estado casada, y describir cosas que solo el Espíritu Santo podría haberle revelado a Jesús en ese momento. Y ahí es cuando la atención de ella es totalmente atrapada.
Este es nuestro tiempo y como Iglesia tenemos muchos adolescentes por alcanzar, los cuales están esperando por nosotros.
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